
TEÓFORA:
La cosa no está para bromas: “¡cuántos muertos…, se nos está muriendo todo…, la muerte realizó su más dura tarea: nos tajó con su filo, nos dejó asustados y solos!”, escribía el poeta.
Observa que algunos acontecimientos como los que estamos viviendo, Teófora, son capaces de producir un tipo de actitudes, valores y afectos en nuestros entornos personales de vida. En todos los ámbitos laborales y sociales en los que “hacemos experiencia”. En cualquiera de los lugares en los que en cada día se configura nuestra forma de ver y sentir el mundo.
Teófora, no hemos comenzado bien la nueva década. No es un nuevo siglo, pero iniciamos una nueva década. No tenemos una vida muy larga si la comparamos con la de la Naturaleza y nuestra vida es una historia que acaba y además es una “caja de sorpresa”, que se llenará de afirmaciones rotundas, posibles incertidumbres y asuntos aleatorios e imprevistos.
Pero, ¿qué esperamos de esta década? Se dice con confianza que el futuro dependerá de la ciencia y de la tecnología, de la inteligencia artificial y de la apropiación de la misma. Se necesita saber más sobre estos temas porque forma parte de nuestra vida diaria de una forma sin precedentes.
La tecnología ha alterado la forma en que vivimos nuestras vidas, desde la comunicación y el acceso a la información a la investigación genética. De voz a texto, de texto a voz, la automatización del hogar y la comunicación por cable son logros tecnológicos de uso diario (Hawking).
El facebook, el internet, los teléfonos móviles, las imágenes médicas, la navegación por satélite y las redes sociales hubieran resultado incomprensibles para la sociedad de hace solo un par de de generaciones.
Me dices sin especular demasiado que hay tendencias y problemas que se deben tratar en esta década. Entre estos el calentamiento global, encontrar espacios y recursos para el aumento masivo de la población y la cuestión de la inmigración, el hambre y la pobreza, la guerra tecnológica, la necesidad de desarrollar fuentes de energía renovables, la rápida extinción de otras especies, la degradación de los océanos, la deforestación y las enfermedades infecto-contagiosas y epidémicas.
Sin embargo, en otro sentido me dices que puede ser importante la posibilidad de buscar curas y tratamientos para enfermedades que actualmente no tienen esperanza o de lograr grandes inventos del futuro que revolucionarán la forma de trabajar, de comer, de comunicarse y de viajar.
A pesar de que los recursos físicos están siendo drenados a un ritmo alarmante y ofrezcamos asiduamente una “caja-obsequio desastrosa” a la Naturaleza en forma de cambio climático- con el consiguiente aumento de las temperaturas- y que las grandes preguntas sigan sin respuestas-cómo comenzó la vida en la Tierra y qué es la conciencia- tú eres optimista y crees que podemos crear inteligencia para el bien del mundo y puede funcionar la armonía entre nosotros y lo que nos rodea.
En fin Teófora, apuntas a problemas colectivos que expresan cómo somos o cómo actuamos. Planteas cuestiones “sin prejuicios, sin la niebla que el ambiente nos ponen a los demás ante nuestros ojos para observarlos e intentar comprenderlos, al igual que hacemos con nosotros mismos” (Amorós).
Hay algo en ti de educadora de la sensibilidad de todos que reflexiona. Una “Quijote que sueña con cambiar el mundo con la educación y pone su granito de arena para que así sea” (Ruiz Valle). Me suenas a Larra- frívolo y desgarrado a la vez- que refleja problemas cotidianos y los critica. También pareces que eres una heredera de la Generación del 98 por el repertorio de temas que expones.
No estoy seguro Teófora, si para ti Dulcinea ahora, en vez de llamarse Aldonza, no se llamará Universo.
Juan Ruiz Valle