Suena a broma, a chufla, a locura, incluso parecer un chiste. Pero están documentados y son bastantes los investigadores, que ya por curiosidad, o porque se han encontrado con informes de los correspondientes procesos mientras investigaban, han descubierto y documentado que los juicios a animales ocurrieron. Sí, no es broma, desde la Edad Media y casi hasta el siglo XIX, en España y demás países de Europa estos juicios tuvieron lugar. Y no crean que estoy hablando de un proceso en el que unos pocos aldeanos medio en serio, medio en broma, jugaban a ser jueces, abogados y fiscales en su tiempo libre. No, no se trataba de un juego, eran auténticos juicios, en los que el animal en cuestión, era juzgado como una persona y que, como cualquier acusado, tenía derecho a una defensa. Sí, incluso hubo casos en que el animal, sin tener ni pajolera idea de lo que estaba ocurriendo acababa absuelto, gracias a la buena labor de su defensor, aunque lo normal era que la criatura fuera declarada culpable y ejecutada de manera pública. Ya no sé yo, si porque en aquellos tiempos el derecho a recurso, no estaba de moda o porque el pobre animalillo, no podía decir nada.
¿Por qué se juzgaban animales?
Normalmente estos juicios ocurrían para aplacar la ira y el malestar general del pueblo, sobre todo en temas tan imposibles de solucionar: como epidemias, hambrunas, malas cosechas o plagas. Y el pueblo acababa conformándose, incluso aplaudiéndolo. Porque no les quedaba remedio, o porque en la mayoría de ocasiones era la voluntad divina a través de sus intermediarios eclesiásticos, o no eclesiásticos y hay amigo, “con la iglesia habíamos topado”.
En ocasiones eran los mismos afectados, los que iban a la justicia a buscar el remedio para sus males. Estos a nuestros ojos absurdos juicios también eran una práctica para tapar o/y justificar ciertas actitudes y actividades poco lícitas. Fuera como fuere, la realidad es que estos procesos se celebraban y no eran casos concretos o aislados, sino que tuvieron lugar muchos y como ya he dicho, era asuntos en la que los tribunales pertinentes, fueran laicos o eclesiásticos participaban.
Hay casos documentados sobre procesos a perros, ratas, cerdos, gallinas o vacas, pero no ocurrían sólo contra animales domésticos, o de granja, sino también insectos como gorgojos o larvas, incluso depredadores del mar como los tiburones. Las penas iban desde latigazos y ejecuciones, hasta la excomunión, castigo tan temido en aquella época. Hubo ocasiones en las que, a los pobres animales, se les disfrazaba como personas y se celebraba el juicio en las plazas mayores, delante de ciudadanos o aldeanos, dependiendo del tipo de población —aldea o ciudad—. Mientras, la criatura en cuestión asistía al espectáculo atónita.
Esto ocurría si el animal era capturado, cuando se trataba de animales difíciles de atrapar como ratas, insectos o peces. Tras la lectura de los argumentos de la acusación y la defensa, en voz alta y cerca del lugar en el que creían que los “culpables” habitaban, el juez dictaba sentencia y aplicaba de manera simbólica.
Dos ejemplos de juicios a animales
Hay casos en los que la parte acusada ha usado estos absurdos juicios con ánimo de lucro. El caso que voy a contar a continuación viene con mayor detalle en el artículo de Nacho Ares en SER Historia.
Como dice el artículo sea cierto o no en el año de 1690, en un valle en Puy-de-Dome hubo una destructiva plaga de orugas, los campesinos se quejan porque las orugas están acabando con sus cosechas. El vicario local para apaciguar la ira de los aldeanos abre un procedimiento contra las orugas. El tribunal juzga a estos bichos tan dañinos y les ordena retirarse, cosa que no ocurre, ante la negativa de las orugas, son castigadas con la excomunión. Los campesinos quieren comprobar con sus propios ojos cuan eficaz ha sido el proceso. Cuando llegan a las tierras, sólo ven miles de mariposas volando por los cielos, las orugas habían desparecido. En agradecimiento los aldeanos deciden pagar los diezmos e impuestos que tenían atrasados, al obispo de la zona ¿Picaresca eclesiástica? Juzguen ustedes, ya que estamos hablando de juicios.
Este otro, es un caso contra unas ratas, y las ratas al final acabaron absueltas, como bien dice el autor, del artículo, por aburrimiento del tribunal o por falta de argumentación de la parte afectada.
En 1522, en la población de Autun en Francia, los aldeanos acudieron a la corte eclesiástica en busca de justicia: las ratas se habían comido sus cultivos de cebada. El tribunal pidió que las ratas se presentasen a juicio. Cosa que no ocurrió, ni iba a ocurrir.
Un joven abogado llamado Bartolomée Chassenée, fue nombrado por la corte, defensor de las ratas. Que seguían sin presentarse, este abogado usó un argumento tan ingenioso y a la vez estúpido, como que el llamamiento a las ratas no se había realizado como se debía. El tribunal decide hacer un segundo llamamiento a todas las ratas a través de sus representantes en las distintas iglesias o parroquias. Las ratas seguían sin presentarse, Chassenée argumentó que eso ocurría porque estaban dispersas y necesitaban cierto tiempo para organizar el viaje. Tampoco funcionó, las ratas seguían sin presentarse a la vista. El siguiente ardid de Chassenée fue decir las ratas que temían a los gatos, que al enterarse de que todas iban a ir al llamamiento, estarían esperando para cazarlas y zampárselas.
Al final la cosa acabó en que no era humanitario meter a todas las ratas en el mismo saco, cuando sólo unas pocas eran las culpables. El tribunal por cansancio y porque sabían que las ratas no se iban a presentar nunca acabó aplazando el procedimiento de manera indefinida.
Conclusión
Estos sólo son dos casos, de los tantos que hay documentados. Como ya he dicho, aunque a ojos de hoy pueda resultarnos extraño, increíble e irrisorio, los juicios a animales eran una práctica común en toda Europa desde el siglo IX hasta el XIX, especialmente en épocas de crisis o de malestar aumentaban. También, como hemos podido ver hubo sectores que usaron este tipo de juicios en beneficio propio. Incluso caso como el de las ratas en Autun, Francia en los que al final, la defensa era la que se llevaba el gato, en este caso “las ratas” al agua. Lo que demuestra que muchos tópicos que hay sobre el pasado, son sólo eso tópicos. En el momento en que te pones a rascar un poco, huyendo de la visión canónica oficial, muchas veces sesgada por una u otra ideología o interés político, se abre ante nosotros un mundo maravilloso por descubrir.
En los diferentes enlaces que dejo al final del artículo hay más casos de este tipo de juicios, por si os pica la curiosidad y queréis pasar un rato ameno. Así comprobaréis que la historia también puede ser algo entretenido, enriquecedor, ameno y sobre todo sorprendente.
https://cadenaser.com/programa/2019/03/29/ser_historia/1553848629_429354.html
https://www.bbc.com/mundo/noticias-39654425
Un artículo de Rafael García León
No hay que remontarse tan atrás para encontrar hechos absurdos de este tipo, en pleno siglo XX era corriente en el ejército, donde existían mulas y caballos para los menesteres diarios, que estos, por haber dado una coz o lesionado a algún soldado, suboficial u oficial, fueran arrestados y sufrieran diversos castigos. Incluso instalaciones (piscinas, campos de futbol etc.) y armas, también podían sufrir arrestos, si en ellas o con ellas se había causado la muerte alguien.