Recientemente se han celebrado las Jornadas Portocarrero en Palma del Río. En esta ocasión, dirigidas por el catedrático Enrique Soria de la Universidad de Córdoba, el cual ha defendido un interesante proyecto de investigación sobre la herencia de los judeoconversos. Efectivamente, como él afirma, Palma podría apostar por la investigación histórica pero, lamentablemente, los gobernantes locales (en especial los responsables de Cultura) nos tienen acostumbrados a que proyectos como este que Soria expone les importen un pimiento morrón.
Pelada tenemos la boca los historiadores locales y asociaciones culturales (como Saxoferreo o María de Cazalla), de repetir la necesidad fomentar la investigación, trabajar con los departamentos de universidades, dar facilidades para realizar proyectos de tesis doctorales, conservar las fuentes documentales, digitalizar archivos, proteger yacimientos… Y eso pasa por creérselo y realizar un trabajo todo el año, cosa que no se hace. Como muestra estas jornadas, que han contado con ¡dos comunicaciones!, una de ellas del asesor del alcalde. No hay comunicantes ni pagando: en las bases se especificaba un premio de 300 euros a aquella comunicación merecedora de tal distinción y ni por esas. Visto lo visto, del premio nunca más se supo.
Es cansino ya escribir sobre esto porque siempre es más de lo mismo. Ni siquiera desde una institución como el Museo Municipal se investigan los materiales obtenidos de excavaciones como La Berduga y la política que se sigue es la del perro del hortelano, que ni come ni deja comer. En Palma nadie trabaja sobre arqueología, ni desde el museo siquiera, siguiendo una trayectoria ya clásica de desgana y apatía que sólo se rompe por iniciativas como el mirar para otro lado ante la destrucción pura y dura de yacimientos como el de La Palmosa o el poblado calcolítico de la propia Berduga. Mucho menos publicar resultados de las excavaciones realizadas. “En eso estaba pensando yo”, afirmó la, durante años, Señora Concejala de Cultura y Directora del Museo Municipal cuando le sugerí, durante la presentación de La ciudad vivida, que publicase los resultados de las excavaciones del recinto amurallado.
Este año hay un gran logro investigador: se ha podido constatar que los Reyes Católicos estuvieron ¡tres días! en Palma. Vamos, que una cosa así, de importancia capital para comprender los procesos históricos de larga duración, sacaría a Marc Bloch de su tumba dando palmitas. Y además, ni siquiera es novedad. En las jornadas Portocarrero de 2016 Álvaro Castro presentó una comunicación sobre los Cazalla y Palma del Río basada en documentos del Archivo de Simancas. El título era “Conquista y mercado. Cazallas y Portocarreros en el Puerto de Málaga”. En esta comunicación se aludía precisamente a uno de los documentos presentados ahora como gran descubrimiento (en su power point, segunda diapositiva, se podía ver bien clarita la cita acerca de “una barca en que vino la reina desde Palma a Sevilla”) y que también podemos encontrar en el libro de R. Andrés Díaz El erario del reino. El último decenio del reinado de Isabel I a través de la tesorería de Alonso de Morales (1495-1504), citado asimismo en esas jornadas.
Enternece escuchar la celebración de la alcaldesa de este “gran descubrimiento”, que ya se “descubrió” en las jornadas de 2016. A mí personalmente esto me parece una anécdota sin importancia. Como se lo pareció al autor de la comunicación. Lo verdaderamente interesante era el análisis de las relaciones entre la familia judeoconversa de los Cazalla y los Portocarrero de Palma, así como las redes mercantiles que acompañaron la conquista de América, en las que ambas familias estaban aliadas. Quizás ahora es un “gran descubrimiento” porque Palma se ha instalado cada vez más en lo que a Historia se refiere, en la exaltación de lo anecdótico, en el ombliguismo historiográfico, en una rancia narración del pasado, en el discurso legitimador del presente, etc., etc., etc., etc., etc., etc., etc., etc………..
Ahora que lo pienso, igual la anécdota de los Reyes Católicos no hubiese pasado desapercibida para los fans de tales efemérides si se hubiesen publicado las comunicaciones de 2016 en la revista Ariadna, y el trabajo de todos los investigadores que estuvieron en las jornadas hubiese visto la luz. Lo malo es que Ariadna lleva diez años sin publicarse, lo cual quiere decir que hay 10 ediciones de las Jornadas Portocarrero que no se han divulgado. Me hizo mucha gracia cuando, en las bases para presentar comunicaciones este año, se decía que serían difundidas en Ariadna. Vaya dilema: ¿piensan editar todas las que hay pendientes en una obra tipo Espasa o van a sacar sólo las de este año en un folletito? Ya en serio: ante la invisibilidad de los comunicantes en las jornadas (en la publicidad, los tiempos, el lugar, la ausencia de certificación…), y ante el desprecio mostrado hacia el trabajo de todos los investigadores que han participado a lo largo de esos 10 años en las Jornadas Portocarrero y que no han visto publicado su trabajo (y no por falta de dinero sino, repito, por desgana) no me extraña que no aparezca por aquí ni el Tato.
Esta es la herencia que ha recibido Enrique Soria. Mi admiración hacia él y hacia Emilio Navarro, quien presentó “la” comunicación de estas Jornadas Portocarrero. No me extraña que desapareciese esa distinción de 300 euros a la mejor comunicación. Otro dilema de los gordos, puesto que sólo había dos: o se la llevaba el asesor de la alcaldesa o se la llevaba Emilio Navarro. Lo primero queda feo y lo segundo parece que era imposible puesto que se prefirió suprimir el premio (a pesar de que las bases nada decían de que tuviese que haber un número mínimo de comunicaciones para otorgarlo). A ver si el problema era que no podía haber un trabajo más distinguido que el del distinguido señor asesor…
Visto lo visto, mucho me temo que nadie nos libra de que el año que viene la feria medieval recree la entrada triunfal de los Reyes Católicos en Palma. Como nos descuidemos llegaremos al yugo y las flechas y al “Una, Grande y Libre” (aunque, ahora que caigo, quien defiende esta rancia visión histórica igual es que nunca salió de ahí; del “Una, Grande y Libre”, me refiero).
Para terminar, querría preguntar a los responsables de nuestro gobierno local si tan terrible sería dejarse de paparruchadas y apoyar, por ejemplo, el proyecto de digitalizar el Archivo Notarial de Posadas (esa joya para la investigación local que se deteriora cada año más); o fomentar la investigación local; o responsabilizarse de la conservación de yacimientos; o difundir la documentación recopilada sobre la Guerra Civil en la web del Archivo Municipal; o dotar a éste de un espacio apropiado; o levantar un proyecto digno y respetuoso para La Palmosa… Para todo esto pueden contar con muchos de nosotros y con nuestras asociaciones. Para lo rancio, lo anécdótico y la legitimación de esa visión de que ustedes y su PSOE son el cenit de la evolución histórica palmeña (y que las aspiraciones de mejora de esta comunidad pasan por fortalecerlos y avivarlos a costa de lo que sea), busquen por otro lado. Particularmente, a mí no me da la gana de compartir su narración histórica, esa del “progreso imparable palmeño”; ni su economía política, que asume, sin ir más lejos, la desvergonzada desigualdad y explotación de las mujeres de los almacenes como pago de ese progreso; ni su proyecto de futuro, fundado en la promesa de que “más o menos” lo bueno llegará a todo el mundo si seguimos abandonando nuestra responsabilidad en sus manos.
Rosa María García Naranjo.