
Parte I. De Palma a la Casa de Franco.
Foto de Julio Muñoz ( 2º dcha ) con Franco y Serrano Suñer ante el himno de falange a la salida de la Catedral de Santiago de Compostela.
La anécdota.
Una de las noticias más comentadas de los últimos meses ha sido la recuperación del Pazo de Meirás por parte del Estado frente a la familia Franco. En efecto, esta se adueñó de la antigua casa de la escritora Emilia Pardo Bazán y la convirtió en su residencia de veraneo desde que fuera entregada al dictador en 1938, acumulando dentro de sus muros un patrimonio nacional incalculable. Y resulta que un palmeño estuvo entre los protagonistas de dicho “regalo”.
La anécdota fue publicada en forma de artículo de opinión en el Diario Córdoba el pasado 17 de diciembre a cargo de uno de los cronistas oficiales de Palma del Ríoi. Se rescataba la figura del palmeño Julio Muñoz Rodríguez de Aguilar, el “joven tradicionalista que alcanzó notoriedad en los primeros meses del golpe militar de 1936”, promotor “del mayor obsequio que pudiese gustar a su excelencia, el Pazo de Meirás (…), aceptado por el Jefe del Estado Francisco Franco (…) de buen grado”. Vista la importancia de un asunto que trasciende lo anecdótico y el chascarrillo -pues permite localizar en la trayectoria de un vecino de la localidad uno de los mecanismos de ascenso social más explicativos de lo acontecido en la España del siglo pasado- decidimos escarbar en el asunto porque, además, este permite leer acontecimientos del presente.
Aún hay quien cree que las grandes fortunas mundiales se deben únicamente a la creatividad, la innovación o el esfuerzo de quienes las poseen cuando es evidente, y así lo demuestran sólidas investigaciones económicas, que ciertos umbrales de riqueza no se pueden traspasar sin usar medios ilegítimos o inmorales para hacerlo, tales como la explotación laboral, el establecimiento de monopolios y competencias desleales, el engaño o el soborno. Del mismo modo, tampoco se pueden explicar muchas trayectorias de ascenso social mediante la remisión a supuestos “dones” de los sujetos, no digamos ya si estos se deben a haber nacido o no en un pueblo determinado. Si ese es el caso, el trabajo histórico se sitúa en un periodo pre-histórico, es decir, previo al nacimiento de la historiografía moderna en el siglo XIX y su exigencia de objetividad. Por ello, sin negar méritos personales ni las posibilidades que abren carreras universitarias, políticas o militares, como es el caso de nuestro protagonista, la historia de España del siglo pasado está plagada de trayectorias de movilidad social hacia arriba (en términos de enriquecimiento, estatus social e institucional, etc.) aceleradas por la participación en la Guerra Civil en el bando vencedor.
Haciéndonos cargo de la función social que Josep Fontana reclamaba como compromiso de todo historiador, hemos querido reconstruir la historia de Julio Muñoz, su relación con Franco o con algunas de las familias más poderosas del reino desde una objetividad no imparcial. Pues la equidistancia con la que se narran ciertos hechos históricos relacionados con la Guerra Civil o el Franquismo también puede ser una posición política y estratégica que ayuda a sostener una actualidad que trayectorias como la de este palmeño ayudaron a construir y en la que la brecha de la desigualdad social no deja de incrementarse.
De señoritos a señores.
Uno de los elementos más importantes, y a veces olvidado, para entender la historia social, económica y política de la época contemporánea en aquellos territorios caracterizados por la alta concentración de la propiedad de la tierra es el rápido proceso de ascenso social de burguesías locales, dándose muchos casos de trayectorias de ennoblecimiento gracias a entronques familiares o adquisición de títulos. Esto fue así especialmente a lo largo del siglo XIX, lo que acabó fusionando a la burguesía empresarial con la vieja aristocracia, a la que imitaban en sus formas de vida y de consumo ostentoso. En tiempos de consolidación del liberalismo conservador ello dio lugar a una renovación oligárquica que mantuvo las mismas relaciones de dominación y de poder de antaño respecto al acceso a recursos y a las clases subalternas, a la vez que se insertó en las nuevas estructuras del estado liberal y del sistema capitalista. A veces, a este proceso se le ha descrito como el paso de señores (la antigua nobleza) a señoritos, pero también es cierto que mecanismos de alianzas como el entronque familiar podían marchar asimismo en sentido contrario: muchos señoritos se convirtieron en señores. Al menos, simbólicamente. También hay que señalar la creación de nuevos títulos o vías paralelas que funcionan como ascensores sociales, no relacionadas con los negocios directamente sino con la militancia política, en prensa o propaganda o el medraje en instituciones como la Iglesia y el Ejército. Otros vivirán siempre aspirando mediante la adulación y el rezo, desempeñando funciones del todo necesarias para el sostén social y simbólico de esa nueva aristocracia. En cualquier caso, y así lo hemos estudiado respecto al campo universitarioii, fue la Guerra Civil y el nuevo régimen de corrupción que trajo consigo, lo que aceleró espectacularmente la carrera socioeconómica de muchos.
Una de las familias que en Palma del Río mejor ejemplifica esos procesos es la Gamero-Cívico, la cual, habiendo utilizado desde el siglo XVIII la adquisición de puestos destacados en el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisicion o en las Órdenes de caballería, obtuvo el título nobiliario de Marqués de Montesión a cargo del rey Amadeo de Saboya en la figura de Juan Gamero-Cívico Benjumea en 1872, quien será diputado en las Cortes españolas en esos añosiii. Administrador y ahijado de la familia será Julio Muñoz Morales (†1945), constructor de una casa considerada joya del modernismo en la calle Ancha (esquina calle Cigüela) ya derribada, propietario del cortijo de El Zapilloiv, así como de parte de los terrenos en los que se construyó el colegio Primo de Rivera. También desempeñó cargos en el Ayuntamiento durante la Dictadura de Primo de Rivera y el Gobierno Berenguer.
Casado con Isabel Rodríguez de Aguilar, tuvieron dos hijos, Manuel Muñoz y Julio Muñoz Rodríguez de Aguilar (†1983). Será este último, casado en 1924 con Magdalena Muguiro y Frígola (†1996), marquesa de Salinas, quien hará que la saga Muñoz logre alcanzar las más altas cimas de un poder que llega a la actualidad al casar a su hija Magdalena Muñoz Muguiro (1926-2000) con Ignacio María Oriol y Urquijo (1924-1993), perteneciente a la familia propietaria del Banco Urquijo, de Talgo, de Iberdrola e incluso de Pocoyó. Otros entronques familiares se realizan con Ybarra, Osborne y Serrano-Suñer a través del enlace de Carlos Muguiro Frígola con María Luisa Ybarra Osborne y del hijo de ambos con Pilar Serrano-Suñer.
Foto del balcón de la casa de J. Muñoz frente al Banco Hispano Americano
Se trata además de un clan con fuerte presencia en los estamentos más altos del catolicismo, especialmente gracias a la incorporación de muchos de sus miembros a los Legionarios de Cristo, a quienes ayudaron decisivamente a implantarse en España. El vínculo con la organización religiosa sigue vigente, y no en vano un nieto de Julio Muñoz, del mismo nombre, perteneciente a los legionarios, fue ordenado diácono en 2015 por el obispo de Córdoba Demetrio Fernández en el convento de las Carmelitas Descalzas de San Calixto, lugar donde se encuentra el panteón familiarv.
Foto de San Calixto
Así, estamos ante un fascinante caso de conversión de señorito en señor por las vías del entronque familiar, una militancia política ultra-reaccionaria, la acumulación de méritos en el desempeño de cargos públicos y, seguramente, una fe sincera en los principios nacional-católicos, todo lo cual llevó a una familia de la burguesía palmeña a la cumbre del poder y a la nobleza titulada ya que Julio Muñoz Rodríguez de Aguilar conseguiría finalmente el título de vizconde de Muñoz-Aguilar y ya no sería sólo marqués consorte de Salinas.
De la militancia carlista a la Casa de Franco.
Julio Muñoz, de carrera militar, fue un destacado líder carlista durante la II República. El carlismo, nacido a mitad del siglo XIX, representaba una posición política tradicionalista basada en el fundamentalismo religioso, la idea de una vuelta al Antiguo Régimen y la reivindicación de otra dinastía Borbón como legítima heredera del trono español. En ese sentido, tuvo un destacado papel en la preparación del golpe de Estado del 18 de julio de 1936 al poner a su rama paramilitar, los requetés, al servicio de los generales golpistas tras negociarlo con Sanjurjo, Varela o Molavi. Representado por el partido Comunión Tradicionalista, desde comienzos de los años treinta el carlismo se encontraba dividido entre posiciones más o menos integristas y entre quienes empezaban a aceptar al heredero de Alfonso XIII como rey (los futuros juanistas), que acabarán integrándose en las estructuras del régimen franquista sin mayor problema (no así quienes no renunciaron al carlismo histórico, como su dirigente Manuel Fal Conde). En Palma del Río, la representación de ese partido fue mínima, siendo Rafael Rodríguez Rodríguez su jefe local a comienzos de 1936.
Foto de la población esperando el paso de Franco, acompañado entre otros por Julio Muñoz, en La Coruña
Julio Muñoz destacó en esos años previos a la Guerra Civil por poner su pluma al servicio de la causa tradicionalista, llegando a escribir en importantes publicaciones monárquicas como Acción Española o ejerciendo como director de la emisora EAJ-6 “Radio Requeté”, en Pamplona. También fue de los fundadores de La Voz de España y El Alcázarvii. Esa dedicación a la causa integrista le llevó al cargo de Jefe de la Delegación de Prensa y Propaganda de la Junta Nacional Carlista una vez comenzada la Guerra Civil. Tras la unificación con Falange, a comienzos de 1937, pasaría a formar parte de la Delegación del Estado para la Prensa y la Propaganda, junto a figuras como Dionisio Ridruejo, siendo nombrado Jefe Provincial de FET y de las JONS de Guipúzcoa.
En 1938 su entrega al golpe militar se vio recompensada con la obtención del cargo de Gobernador Civil de A Coruña por Franco, a quien recibirá y acompañará en sus sucesivos viajes a Galicia. Las loas y adulaciones publicas al Caudillo por parte de Julio Muñoz fueron constantes. En una manifestación en Santiago, el 6 de febrero de 1939, celebró la inminente victoria y recordó una reciente visita del nuevo dictador a Compostela, la cual le “quedó grabada en su mente como la fecha más impresionante que ha vivido desde el 18 de julio de 1936”viii. De verbo fervoroso, calificó una ofrenda al General Aranda como “una de las tres fechas cumbres en la nueva Historia de España unidas al nombre evocador de Compostela”: la primera visita del Caudillo, esa en la que se encontraba y otra en la que el salvador de la Patria acudirá a hincar las rodillas “ante la efigie venerada del Apóstol Patrón de las Españas”ix. Poco después, acompañará al adulado en su coche desde el Pazo de Meirás en su “entrada triunfal” en A Coruña el 22 de junio de 1939x. Tal acumulación de méritos le llevará a recibir diversos honores. Entre ellos destacará el entrar a formar parte del II Consejo Nacional de FET y de las JONS en ese mismo año, máximo órgano de la dictadura por debajo de la jefatura del Estado, donde se encontraban, entre otros, Ramón Serrano Suñer (que lo presidía), José María Pemán, Miguel Primo de Rivera, Agustín Muñoz Grandes o Rafael Sánchez Mazas. Nombrado alférez, pasará a ser asimismo el primer Jefe de la Casa Civil de Franco en Madrid.
Este artículo tendrá una continuación que publicaremos la próxima semana
Un artículo de Álvaro Castro Sánchez y Rosa Mª García Naranjo
ihttps://www.diariocordoba.com/noticias/opinion/pazo_1402403.html
iiA. CASTRO, La utopía reaccionaria de José Pemartín y Sanjuán. Una historia genética de la derecha española (1888-1954), Universidad de Cádiz, Cádiz, 2018.
iiiB. A. ROMERO LUPIÁÑEZ, “Familia, poder y ascenso social en la villa de Palma: los Gamero Cívico (ss. XVII – XIX)”, Trabajo Fin de Máster [https://helvia.uco.es/bitstream/handle/10396/15869/TFM_Bel%C3%A9n_A._Romero_Lupi%C3%A1%C3%B1ez.pdf?sequence=1&isAllowed=y] Consultado el 1 de enero de 2021.
ivA. LEÓN LILLO, Palma del Río 1936-1952, Diputación de Córdoba, Córdoba, 1990, pp. 94-96.
vhttps://www.diocesisdecordoba.com/noticias/el-obispo-ordena-diacono-a-un-legionario-de-cristo
viJ. C. PEÑAS BERNALDO DE QUIRÓS, El Carlismo, la República y la Guerra Civil (1936-1937): de la conspiración a la unificación, Actas Editorial, Madrid, 1996.
viiE. GONZÁLEZ CALLEJA, “La prensa carlista y falangista durante la Segunda República y la Guerra Civil (1931-1937)”, El Argonatua Español, 9, 2012.
viiiEl Correo Gallego, 7 de febrero de 1939.
ixEl Correo Gallego, 24 de mayo de 1939.
xEl Compostelano, 23 de junio de 1939, p. 1.