Cómo la lucha por el control de la cosecha y exportación de cítricos resquebrajó la unidad antifascista en España en 1936-1937.
Andrey Yuryevich Fedorov, el autor de este artículo, es arqueólogo especialista en el Metropolitan Archaeological Bureau Ltd. de la Federación de Rusia, Moscú, y las fuentes de su investigación son los archivos rusos. Este artículo fue publicado en Rusia e Iberoamérica en el mundo globalizante: historia y modernidad. Informes y materiales. SPB: Scythia-print, 2020.
Traducido por Sergio Giménez y publicado en España por el Portal de Historia serhistorico.net: https://serhistorico.net/2021/02/13/naranjas-de-discordia-como-la-lucha-por-el-control-de-la-cosecha-y-exportacion-de-citricos-disminuyo-la-unidad-antifascista-en-espana-en-1936-1937-andrey-fedorov/
Introducción:
Hay muchos aspectos de la Guerra Civil Española que aún necesitan un estudio en profundidad, y uno de ellos centra el artículo que os presentamos seguidamente en Cazarreyes. Se trata de una investigación acerca de las colectivizaciones de la tierra por los anarquistas en la zona de Levante y cómo se organizó la recolección y exportación de cítricos, así como las luchas a que dio lugar el control de esa producción y su comercialización en el marco de la República, precedente de lo que ocurriría en 1937.
Así, el autor hace un recorrido por los conflictos económicos y de política exterior, las relaciones entre Rusia y la República Española y cómo las conveniencias de intercambios entre ambas dieron la puntilla a las colectivizaciones agrarias del Levante tras un conflicto con cientos de víctimas y detenidos. Además, el autor atiende a la estructura de comercialización creada por los anarquistas con las organizaciones FERECALE (acrónimo de la Federación Regional de Campesinos de Levante) y el Consejo Levantino Unificado de la exportación Agrícola (CLUEA), organizado por la CNT y la UGT, cuyo trabajo fue saboteado desde el momento de su creación (7 de octubre de 1936) por el gobierno republicano y el PCE en interés del comercio con la Unión Soviética, lo cual no impidió que la CLUEA, llevase a cabo con bastante éxito la campaña de exportación de 1936-1937 y parte de la de 1937-1938 (hasta su desaparición).
Hoy en día, no sólo asistimos a un blanqueamiento de la historia de la Guerra Civil y la Dictadura por parte de la derecha y sus intelectuales, sino que también desde la izquierda se corre un tupido velo sobre espinosos asuntos como el papel de Rusia, del estalinismo y las luchas internas en el seno de la República, así como la represión de las colectividades campesinas valencianas por parte de autoridades republicanas y unidades del ejército bajo el mando de los comunistas. También se suelen obviar los éxitos de los partidarios de la revolución social en lo que a la organización colectiva de la producción y de la comercialización se refiere, acudiendo a las manidas acusaciones de “desorganización” e “ineficacia” cuando estudios en profundidad como el que nos ocupa van en un sentido muy distinto.
Nos ha parecido particularmente interesante este artículo por vivir quienes editamos la revista en el Valle del Guadalquivir, zona actualmente productora de naranjas a gran escala y donde el movimiento anarcosindicalista estuvo muy presente. Hoy en día la explotación de los jornaleros y jornaleras (tanto los autóctonos como los inmigrantes) sigue siendo una realidad palpable, los sindicatos están de capa caída y la exportación y negocio de los cítricos se encuentra en manos de grandes capitalistas que operan y especulan globalmente y obtienen elevadísimos beneficios mientras, en el otro extremo de la cadena, los pequeños propietarios y familias jornaleras sufren la ruina de los bajos precios y la explotación en los tajos y almacenes. Llevamos décadas en las mismas, dando vueltas en círculos a los mismos problemas. No está de más volver los ojos hacia la cómo lo hicieron nuestros antepasados.
Rosa María García Naranjo. Historiadora y periodista.
La revolución social y la exportación de cítricos
Inmediatamente después del estallido de la Guerra Civil, comenzaron los movimientos revolucionarios en aquellos territorios que estaban controlados por el gobierno republicano. Estos procesos abarcaron tanto a los trabajadores urbanos como a los rurales, y pronto las colectividades comenzaron a surgir por todas partes.
Como señalan autores como Aurora Bosch Sánchez y Robert Alexander, aunque el principal motor de la acelerada revolución social fueron los anarcosindicalistas de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y la Federación Anarquista Ibérica (FAI), los anarquistas del Levante peninsular no tenían un control real sobre los procesos que tenían lugar y, al mismo tiempo, procedían de manera diferente en todas partes, con distintos grados de éxito.[1]
Como en otros sectores de la producción, la colectivización se aplicó a la recolección y exportación de cítricos.
Inicialmente, los anarquistas asumieron que la exportación de cítricos de la región valenciana estaría a cargo de la Federación Regional de Campesinos de Levante (FRCL). Para ello, la Federación creó una estructura conocida como FERECALE –acrónimo formado por las dos letras iniciales de los sustantivos del nombre de la Federación—, previendo que estas siglas facilitarían la promoción de los productos cítricos de las colectividades agrícolas en el mercado internacional.
Algo más tarde, se estableció el Consejo Levantino Unificado de la Exportación Agrícola (CLUEA), organizado por los sindicatos anarcosindicalista (CNT) y socialista (UGT), para “organizar las exportaciones y prevenir la contrarrevolución”[2]. Este Consejo participó activamente en la exportación de los productos más importantes de la región: naranjas, y también otros cítricos, que eran considerados uno de los pilares más importantes de la economía de la República, siendo la principal mercancía de exportación. El resultado fue que entre el 51 y el 70 por ciento de la exportación nacional de naranjas se hizo a través de la CLUEA.[3]
Desde su creación el 7 de octubre de 1936, el trabajo de este Consejo había sido constantemente atacado por el gobierno republicano, que esencialmente saboteó su trabajo.[4] Los comunistas acusaron a los anarcosindicalistas de robar a los campesinos, de requisar por la fuerza su cosecha de naranjas para la venta en su propio beneficio.[5]
En cuanto a las acusaciones de ineficacia de la política de exportación de los anarquistas, en gran medida infundadas porque la disminución de los ingresos de exportación no se debió a la labor de los libertarios, sino más bien al hecho de que antes de la guerra Alemania, ahora hostil a la República, concentraba el 40% de las exportaciones de naranjas españolas.[6]
Por otra parte, tras el comienzo de la guerra se hizo más difícil entregar naranjas a países como Francia y Reino Unido, y hubo además una creciente competencia en la exportación de naranjas por parte de países de América del Norte y del Sur, así como de Palestina.
Esto se superpuso a los problemas económicos provocados por la Gran Depresión, y llevó a que durante 1931-1935 los ingresos de España por la exportación de naranjas se redujeran a la mitad, representando, no obstante, el 11,07% del valor total de las exportaciones españolas.[7]
Todo esto, por supuesto, no significa que no hubiera problemas internos en la CLUEA. Sin embargo, no estaban relacionados con las acciones de los anarquistas, sino más bien con una disminución general de la calidad de la organización del trabajo a nivel local.[8]
Al mismo tiempo, según el investigador francés Frank Mintz, a pesar de todas las dificultades que encontró la CLUEA, ésta llevó a cabo con bastante éxito la campaña de exportación de 1936-1937, así como la de parte de 1937-1938.[9]
En sus periódicos, los anarquistas del exterior instaban a los lectores a comprar naranjas exportadas desde Valencia para ayudar a la economía republicana, y también publicaban información de los propios anarquistas valencianos sobre planes de exportación.[10]
La esencia del conflicto en la República en torno a la CLUEA radica en varios planos: económico, así como de política interna y externa. El factor de la política exterior fue particularmente agudo, ya que el gobierno de Valencia necesitaba tomar el control total de la exportación de cítricos, sobre todo en interés del comercio con la Unión Soviética, que suministraba armas.
Así, por ejemplo, en una nota secreta de Rosengolz a Stalin y Molotov del 22 de noviembre de 1936, se decía que el tema de las exportaciones de naranjas, limones y almendras de las regiones del sur de España “tiene un gran significado político”[11].
Los documentos del Archivo Estatal de la Federación de Rusia, relacionados con el final de 1937, proporcionan información más completa sobre la importancia de las exportaciones de cítricos.
Cuando a finales de 1937 se discutió en la Unión Soviética el tema de las compras de cítricos para el cuarto trimestre, se consideró la situación de los cítricos importados, y en primer lugar de las naranjas, desde el ángulo de su “gran importancia comercial y política “. Sin embargo, se enfatizó que el comercio con la Unión Soviética era de primordial importancia moral para el gobierno de la República, ayudando a “fortalecer sus posiciones en los mercados de otros países” en condiciones en las que estos países estaban tratando de manipular la política de precios, sacando provecho de la difícil situación de los republicanos. Para la parte soviética, también era importante que, si la URSS no compraba “suficientes naranjas“, era posible perder el liderazgo español, que “puede encontrar su camino hacia los países más indeseables para nosotros“, y la República, al mismo tiempo, “puede trasladar gran parte de la compra de bienes (cereales, algodón, fertilizantes, etc.) a otros países”[12].
Por supuesto, en la primavera de 1937 la situación política en la España republicana era diferente. Sin embargo, esta información refleja el trasfondo político y económico del conflicto provocado por el hecho mismo de la formación de la CLUEA, y antes la FERECALE.
Y el enfrentamiento en Valencia fue importante en la medida en que el equilibrio de fuerzas políticas en el campo republicano dependía del ganador en el conflicto en torno a las colectividades de la CLUEA y las exportaciones de cítricos. La victoria del gobierno en este enfrentamiento significaría fortalecerse no solo a sí mismo, sino también a los comunistas, mientras que la victoria de las colectividades fortalecería la posición de los partidarios de la “revolución social”, el ala radical del movimiento anarcosindicalista, y golpearía la posición de los “ministros anarquistas”.
Los Eventos de Vinalesa y el “Frente Gandía”
A principios de 1937 se produjeron en el Levante peninsular varios conflictos entre partidarios y opositores de la colectivización. Los enfrentamientos ocurrieron en las localidades valencianas de Cullera y Carcaixent.[13]
El 8 de marzo estallaron enfrentamientos en la zona de Vinalesa, que contaba con una población de unos 2.200 habitantes. Todo comenzó con un ataque a los centros laborales locales de las unidades de la Guardia de Asalto.[14] Según una versión, el motivo fue un pequeño incidente en un baile, utilizado como excusa por las autoridades para una operación policial a gran escala.[15]
Según otra versión, los enfrentamientos fueron provocados por el decreto de control gubernamental sobre todas las exportaciones extranjeras, firmado por el ministro de Comercio, miembro de la CNT, Juan López.[16]
De hecho, el inicio del conflicto abierto fue provocado por la política seguida por Vicente Uribe, ministro de Agricultura en el gobierno del socialista de izquierda Largo Caballero y miembro del PCE, que privó de crédito a las colectividades de la CLUEA. Las acciones del Ministro provocaron un fuerte aumento del descontento entre los campesinos, ante lo cual se les imponía unidades policiales. En definitiva, según Bosch Sánchez, “el impacto de este conflicto en la economía republicana, y en particular en la valenciana, fue enorme”[17].
Cabe señalar que inicialmente estos eventos, aunque considerados extremadamente desagradables y peligrosos, no se percibieron como de gran importancia. Así se manifestó durante el Pleno campesino de la CNT ‒ Levante el 15 de marzo.[18]
Mientras tanto, ante la actuación de las fuerzas gubernamentales, milicianos anarquistas de la “Columna de Hierro” y la columna “CNT”, que operaban cerca de Teruel, acudieron a ayudar a las colectividades agrarias. Por su parte, el gobierno envió guardias de asalto y vehículos blindados contra los campesinos.
Como resultado de los enfrentamientos murieron hasta varios cientos de personas. Según los datos oficiales de la CNT, citados por Frank Mintz, cuatro miembros de la Confederación Nacional y 11 “guardianes del orden” fueron asesinados.[19]
Además, en uno de los informes soviéticos se decía que al menos 250 “rebeldes” y 12 guardias de asalto murieron, y otros 10 – 15 de estos últimos fueron heridos como resultado de los combates en el área levantina. También se informó sobre la captura de 125 “prisioneros” y un botín de “trofeos” sustanciales: cientos de rifles, decenas de cajas con granadas de mano, ametralladoras y dinamita.[20] En otro documento se dan cifras menores: “El levantamiento de marzo de los anarquistas cerca de Valencia fue reprimido por carros blindados. Setenta y cinco personas murieron, 150 personas fueron capturadas y muchas armas, ametralladoras y granadas fueron capturadas ”[21].
Según Abel Paz, la mayoría de los “presos” (92 personas) eran combatientes de la “Columna de Hierro”. No menciona el número específico de víctimas de los hechos descritos, aunque escribe que “hubo muchos muertos y heridos”[22]. Por su parte, Miguel Amorós también habla de 92 detenidos miembros de la “Columna de Hierro”, estimando el número total de personas detenidas en 200. También menciona los mismos datos sobre el número de muertos que F. Mintz, asignando, sin embargo, los cuatro primeros no a la CNT, sino a los campesinos.[23]
El número del diario anarquista valenciano Nosotros del 2 de abril de 1937 apareció con el titular en primera plana: “Empieza la ofensiva contra nosotros. ¡Unidad, camaradas! ¡Unidad, anarquistas! ”[24].
En el Pleno del 12 de abril de los grupos anarquistas locales en Barcelona, el representante del Grupo de Defensa de la Confederación Acracia dijo que incluso había una orden de fusilar a los anarquistas capturados, estimados en 150 personas; sin embargo, era posible salvarlos de daño.[25]
Los eventos abarcaron una serie de poblaciones. En pocas semanas, incluyeron los pueblos de Alfara, Gandia, Moncada y otros lugares. Los anarquistas declararon la formación del “Frente Gandía” (Xàtiva, Carcaixent, Gandia y Sueca) y el “Frente Vinalesa” (Catarroja, Llíria, Moncada, Paterna y Borriana).[26]
Los periódicos de los comunistas e incluso de los socialistas de izquierda vieron en el evento las “intrigas de la Quinta Columna”. En particular, esto fue escrito en el número del 13 de abril del socialista Adelante.[27]
Tras la intervención del ministro de Justicia de la CNT García Oliver y del ministro socialista Ángel Galarza (de la izquierda del PSOE), el conflicto quedó más o menos zanjado y la mayoría de los dirigentes campesinos detenidos fueron puestos en libertad.[28]
En definitiva, el conflicto por el control de la recolección y exportación de cítricos provocó en la primavera de 1937 graves enfrentamientos dentro del campo republicano en tierras valencianas. Sin embargo, en ese momento el conflicto se resolvió antes de que pudiera provocar una grave crisis en el campo republicano. Al mismo tiempo, estos hechos demostraron la fuerza de las contradicciones existentes, que pronto desembocarían en sangrientos enfrentamientos en Cataluña y Aragón, cuyo foco será Barcelona.
Según la investigadora Aurora Bosch Sánchez, en la primavera de 1937 los ataques de los guardias de asalto contra colectividades y sindicatos agrícolas de la CNT se hicieron sistemáticos, extendiéndose por todo el Levante.[29] Así por ejemplo, en abril de 1937, en pleno desarrollo colectivo en Santa Magdalena de Pulpis (Castelló), un campesino resultó muerto por la Guardia Nacional, la cual había sido despachada por las autoridades de la región.[30]
En total, según algunos informes, entre la primavera de 1937 y finales de 1938, se registraron al menos 42 casos de ataques a colectividades por parte de autoridades republicanas y unidades del ejército bajo el mando de los comunistas solo en la región de Valencia.[31]
En cuanto al control de la cosecha y exportación de cítricos, continuó la lucha entre los comunistas y el Gobierno contra la CLUEA.
Mientras tanto, el Consejo, consciente de sus propias deficiencias, trató de hacer frente a sus consecuencias negativas. Así, en la preparación de la temporada de exportación de 1937-1938, se planeó poner fin a la competencia entre las sucursales locales de la CLUEA, y estandarizar el embalaje de naranjas y los medios de transporte, así como realizar mejoras en el control de calidad de las mercancías exportadas.[32]
Con todo, los planes no se pudieron cumplir. El 6 de septiembre de 1937, por decisión del Gobierno de Juan Negrín, en lugar de que la CLUEA fuera controlada por los sindicatos de CNT y UGT, se creó una nueva estructura, la Central de Exportación de Agrios (CEA), que estaba bajo el pleno control del Ministerio de Hacienda de la República y del Partido Comunista. Aun así, la FRCL y la Federación de Trabajadores Agrícolas de la UGT “continuaron funcionando como una entidad exportadora más en el marco de la estructura estatal”[33].
Como señala el historiador Julián Casanova al respecto: “Este fue el fin del control obrero de las exportaciones de naranja y el comienzo del fin del control sindical de la agricultura valenciana”[34].
Andrey Yuryevich Fedorov.
Traducción: Sergio Giménez.
Bibliografía
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14. Lorenzo C.M., Los Anarquistas españoles y el poder: 1868‒1969, París, Ruedo Ibérico, 1972.
15. Paeymirán N., “Actas del Pleno campesino de la CNT – Levante [Valencia a 15 de marzo de 1937]”, Supplement au numero 224 de CENIT, Toulouse, enero a junio de 1978.
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18. Paz A., Crónica de la Columna de Hierro, Barcelona, Virus, 2001.
19. Nosotros, 02.04.1937, №41.
20. Guillamón Iborra A., La guerra del pan: Hambre y violencia en la Barcelona Revolucionaria. De diciembre de 1936 a mayo de 1937, Barcelona, Dskontrol – Aldarull, 2014.
21. The Anarchist Collectives. Worker’s Self-Management in the Spanish Revolution 1936-1939, Montreal, Black Rose Books, 1974.
22. Adelante, Valencia, 13.03.1937, №35.
23. Amela B. “Colectividades agrícolas en la Región de Levante”, C.N.T.-AIT, Paris, 27.11.1949, №242.
Notas AL PIE
[1] Alexander R.J., The Anarchists in the Spanish Civil War, (2 vol.), v.1, London, Janus Publishing Company Ltd., 1999, 395.
[2] Peirats J., The CNT in the Spanish Revolution, (3 vol.), v.2, Hastings, ChristieBooks.com, 2005, 48.
[3] Alexander, op. cit., 412; Leval G., Colectividades libertarias en España, Madrid, Aguilera, 1977, 189.
[4] Nosotros,Valencia,13.04.1937, №50, 1.
[5] Komintern i grazhdanskaya voyna v Ispanii. Dokumenty, M., Nauka, 2001, 188.
[6] Spanish Revolution, New York, 07.05.1937, №.17, 2.
[7] Alexander, op. cit., 412.
[8] Sobre los problemas que enfrenta la organización del trabajo de CLUEA a nivel local, ver: Alexander, op. cit., 411-412.
[9] Mintz F., Autogestion y anarcosindicalismo en la España revolucionaria, Buenos Aires, Libros de Anarres, 2008, 212.
[10] Spain and the World, London, 11.12.1936, №1, 3; L’Espagne Antifasciste, Paris, 18.11.1936, №21, 4.
[11] SSSR i grazhdanskaya voyna v Ispanii: 1936-1939, M., Arkhiv Prezidenta Rossiyskoy Federatsii, 2013, 143.
[12] Gosudarstvennyy arkhiv Rossiyskoy Federatsii (GARF). F. R-5446. Op.11. D.802. L.15-13.
[13] Bosch Sánchez A., “Guerra y revolución social, guerra y economía”, Fa setanta anys: La Guerra Civil al País Valencià (1936-1939), València, Universitat de València, 2011, 74; Mintz, op. cit., 99.
[14] Andino C., “8 de marzo: En esta fecha”, CeNiT, Toulouse, 08.03.1994, №529, 12.
[15] Lorenzo C.M., Los Anarquistas españoles y el poder: 1868‒1969, París, Ruedo Ibérico, 1972, 210.
[16] Peirats, op. cit., 49.
[17] Bosch Sánchez, op. cit., 73-74.
[18] Paeymirán N., “Actas del Pleno campesino de la CNT – Levante [Valencia a 15 de marzo de 1937]”, Supplement au numero 224 de CeNiT, Toulouse, enero a junio de 1978, 6384.
[19] Mintz, op. cit., 72.
[20] Rossiyskiy gosudarstvennyy voyennyy arkhiv (hereinafter: RGVA). F. 35082. Op.1. D.73. L.162-160.
[21] RGVA. F. 35082. Op.1. D.74. L.3.
[22] Paz A., Crónica de la Columna de Hierro, Barcelona, Virus, 2001, 162-163.
[23] Amorós M., José Pellicer. El anarquista íntegro. Vida y obra del fundador de la heroica Columna de Hierro, Barcelona, Virus, 2009, 241; Paz A., Crónica de la Columna de Hierro, Barcelona, Virus, 2001, 162-163.
[24] Nosotros, 02.04.1937, №41, 1.
[25] Guillamón Iborra A., La guerra del pan: Hambre y violencia en la Barcelona Revolucionaria. De diciembre de 1936 a mayo de 1937, Barcelona, Deskontrol – Aldarull, 2014, 430-431.
[26] The Anarchist Collectives. Worker’s Self-Management in the Spanish Revolution 1936-1939, Montreal, Black Rose Books, 1974, 46.
[27] Adelante, Valencia, 13.03.1937, №35, 2.
[28] Alexander, op. cit., 231; Paz, op. cit, 161-162.
[29] Bosch Sánchez, op. cit., 74.
[30] Amela B. “Colectividades agrícolas en la Región de Levante”, C.N.T.-AIT, Paris, 27.11.1949, №242, 1.
[31] Alexander, op. cit., 424.
[32] Ibid, 413-414.
[33] Ibid, 414.
[34] Casanova J., Anarchism, the Republic and Civil War in Spain 1931–1939, London; New York, 2005, 133.