
Desde hace años, especialmente en elecciones, se nos viene con el único argumento de «que viene la derecha» para que votemos al «menos malo». No, no es el PSOE. El «menos malo» es el que pacta con el PSOE y lo acaba blanqueando.
Ahora que el espionaje político es un tema de moda hay que recordar que SIEMPRE ha habido espionajes políticos en el estado español, por supuesto ilegales. Las direcciones políticas y sindicales que estorban al régimen del 78 han sufrido un acoso desmedido, pinchazos de teléfonos móviles… y no sólo las cúpulas. Allá por 2010 la policía nacional reconoció en un juicio contra universitarios en Sevilla que disponía de listas negras de activistas de izquierda. Aunque esa prueba es irrefutable, desde mucho antes no nos hacían falta para tener la certeza de ello: no son pocas, ni casuales, las veces que nos han citado a juicio masivamente a manifestantes del SAT ni que varios de los imputados ni siquiera hubieran estado en la acción por la que nos llevaron a juicio. Tanto en gobiernos del PSOE como del PP.
Venía a hablar de elecciones, pero al denunciar la falacia de «que viene la derecha» tengo que justificarlo: y es que el PSOE es parte integrante (quizás el partido más importante) del régimen del 78. Ha sido con el PSOE cuando los escándalos de las cloacas del estado siempre han salido a la luz, y no precisamente porque el PSOE haya denunciado dichas cloacas. No en vano, la transición fue un pacto de las distintas ramas del franquismo con las burguesías catalana y vasca y la oposición suave al franquismo, esencialmente el PSOE después del proceso de Suresnes, y también el PCE reconvertido en un partido eurocomunista y reformista y desde el 78 en la principal muleta del PSOE.
No es que vacile sobre el tema… sino que lo que vengo a hablar tiene una profundidad suficiente para tener esto en cuenta. Cuando la izquierda institucional nos habla del mal menor, cuando el único argumento es que viene la ultraderecha (pero ¿cuándo se fue? ¿no tienen que ver los GAL de Felipe Gonzalez con las cloacas del franquismo? ¿quién finació el Batallón Vasco Español? ¿los militares que hablan de matar a 26 millones de personas, sin que se mueva un ápice el estado, no son los mismos? ¿los jueces franquistas que aún siguen en la cúspide de la carrera judicial, ellos o sus hijos, no son parte de la ultraderecha? ¿Vox no eran aquellos del PP que no sólo tenían el llaverito con la bandera franquista, como tantos, sino que lo mostraban públicamente?), cuando nos hablan del argumento de la ultraderecha sólo hay que preguntar por UN SOLO CAMBIO ESTRUCTURAL, uno solo, que Unidas Podemos le haya sacado al PSOE en los más de dos años de legislatura. Sólo un cambio que resquebraje el régimen del 78. Ni uno. Y no hay que desestimar las reformas que se han hecho para afirmarlo: por supuesto que la subida del SMI y otras que se han tomado son de reconocer. Aunque la parte del gobierno tendría que reconocer, a su vez, que han hecho más publicidad (alguna incluso publicidad engañosa, como la derogación de la reforma laboral del PP o el Ingreso Mínimo Vital) que hechos. O reconocer que la subida del SMI ha quedado eclipsada con la subida incontrolada de la inflación. Quizás si no vendieran tanto humo y se limitaran a reconocer lo limitadas que son sus conquistas sociales sería más fácil reconocérselas que reprochárselas.
Pero no contentos con esto, va Podemos y presenta a un candidato a Presidente de la Junta que es guardia civil (y de izquierdas, claro…). Con la guardia civil, como con todos los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado español, ocurre algo de lo que se habla poco. En un régimen político que surgió del post-franquismo, sin depurar los mandos policiales y teniendo en cuenta el corporativismo que hay en los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, la figura del guardia civil es la que es, y no todos son malos y de derechas, pero cuando un guardia civil denuncie a otro por haber torturado, por haber abusado de poder, por haber cometido una ilegalidad, abrimos el debate. Dejemos el tema, porque finalmente, y tras una bochornosa escena en la feria de Sevilla, el que han bautizado «pacto del rebujito» ha puesto a Inma Nieto, la propuesta de IU, como candidata a presidenta, eclipsando al picoleto. De nada valieron las pataletas de Podemos en la prensa, que hasta el último minuto no decidió sumarse a la candidatura.
Pero no acaba aquí el mal menor: En 2018 Podemos y compañía presentaron como candidata a Teresa Rodríguez en la coalición Adelante Andalucía. Por aquella altura, la candidata decía que su vida en la política institucional tenía fecha de caducidad, y esa fecha era 2022. En aquellas elecciones, donde la extrema derecha de Vox aún no tenía presencia (ni se la esperaba, las encuestas le daban cuando mucho 1 o 2 diputados) la entonces candidata de Podemos, a pesar de los escándalos de los ERE y los cursos de formación, aseguró una y otra vez que permitiría gobernar al PSOE de nuevo, dando carta blanca al PSOE para que no gobierne la otra pata del régimen del 78. Y digo que le dieron carta blanca porque después de insistir tanto en que iban a apoyar al PSOE para que no gobierne «la derecha» ¿qué condición estarían en disposición de pedir al PSOE para dejarle gobernar? Ninguna. El debate fue, y sigue siendo, si entrar en el gobierno del PSOE o apoyarles desde la oposición.
Hoy, en 2022, Adelante Andalucía es una marca registrada al margen de todo proceso democrático, incluso al margen de la coalición que surgió con el mismo nombre. Su candidata vuelve a ser la misma Teresa Rodríguez, que o bien no cumple su fecha de caducidad, o bien no cumple la legislatura de 4 años para la que pretende ser electa. Quizás no había otra persona en su organización capaz de cumplir los requisitos de candidata, lo que daría una pista de cómo está su partido. Aunque no hace falta especular sobre ello: un partido que empieza el año electoral con polémicas absolutamente prescindibles, como la que tuvieron con Isidoro Moreno y otros andalucistas al respecto de un cartel; las discusiones que tuvieron porque algunos miembros de una de las ramas de ese partido firmaron por la unidad de la izquierda (por cierto, una de quienes firmaron, Pilar Távora, apareció en reuniones y actos de unidad que está organizando Podemos hace unos días y nadie ha dicho nada…) o las dimisiones y salidas del partido que han tenido… En un partido pequeño, cada piedrecita es un bache. Pero en año electoral… En fin, otra cuestión sería hablar de andalucismo, porque dar y quitar carnés de andalucista es muy fácil, pero que la candidata de Adelante Andalucía es de un partido español con sede en Madrid (Anticapitalistas) es algo tan público y notorio como para que el argumento que más esgrimen contra la coalición de Podemos sea que estos últimos tienen su sede fuera de Andalucía. Para no eternizar el artículo hablaremos sobre programas políticos en otra ocasión, que la cuestión merece más atención que la que ahora se le pudiera dar.
Sin embargo, lo verdaderamente preocupante no son las notorias peleas públicas o conformarse con ser la muleta del PSOE, sino lo que esto denota: la falta de proyecto político, la carencia de referentes políticos, la ausencia de estructuras organizativas, y esto no es nuevo:
«Señores ateneístas, este es el problema:
Andalucía necesita una dirección espiritual,
una orientación política,
un remedio económico,
un plan cultural
y una fuerza que apostolice y salve».
(Blas Infante, 1914)
Hace más de 10 años, en un congreso, un camarada expuso esta frase concluyendo: «¿Qué veis ahí? Andalucía necesita un partido comunista». Andalucía necesita un partido, un programa político, un plan de trabajo. Andalucía necesita un proyecto a largo plazo, un proyecto propio, generoso, que se empape de las distintas luchas y que a la vez señale el camino para unificarlas. Necesita una organización cuya defensa propia sea indisoluble de la defensa del pueblo al que pretende representar. Y ante su ausencia, el cretinismo parlamentario y las peleas por un cómodo sillón es lo único que les queda.
Hay partidos y luchas que pueden servir de base. En Almería existe «Almería Rebelde», conjunción de PCPA, Nación Andaluza y otras fuerzas que organizan actos y generan pensamientos que constituyen una verdadera resistencia cultural al avance imperialista. Con todas las limitaciones que se quieran decir. En Córdoba, también PCPA (que cuenta con cierta presencia y concejales) y Nación Andaluza, junto a otras fuerzas, empiezan a organizar actos conjuntos y a unir sus fuerzas. Son los mismos que en Cádiz han organizado la Marcha a Rota esta misma semana.
En estas elecciones andaluzas que se presentan la clave está en seguir la dinámica del mal menor (eligiendo a la muleta del PSOE, una u otra) o decir ¡Basta! y cambiar de ciclo. Necesitamos un destacamento de votos, y sobre todo de voluntades, que comiencen a construir los cimientos de una resistencia cultural, social, económica y política al régimen del 78 y al imperialismo que está creciendo en los estados de la OTAN y la UE al calor del ambiente bélico que corre en estos tiempos. Esa es la larga marcha que nos toca recorrer ahora.
Un artículo de Francisco Ruiz (Colectivo Ateneo)