Las Jornadas de Historia Cardenal Portocarrero, de las que este año se ha celebrado su XV edición, eran en sus inicios un espacio de encuentro entre historiadores foráneos (catedráticos, profesores de universidad, etc… ) con investigadores locales y los interesados en la historia de la ciudad. El gran despliegue de medios que había se ha ido reduciendo, a la par que su duración y la eliminación de la presencia de la investigación local en las mismas.
Palma del Río tiene la suerte de contar con una dilatada tradición de historia local y con una amplia serie de investigadores que han publicado libros y artículos en revistas de reconocido prestigio. Sin embargo, desde hace tiempo, las jornadas, pagadas con dinero público, han ido dejando de lado a los mismos. Reducidos al espacio de las “comunicaciones” (que ha sido siempre el verdadero generador de novedades relevantes), situado a primera hora de la mañana y con tiempos muy limitados, en la última edición hemos asistido a la ausencia total de los mismos. Nunca se ha cuidado la investigación local, ni con medios ni con atenciones, pues todos los parabienes (merecidos en su mayoría) son para las conferencias de importantes nombres de la profesión, pues los historiadores que están sobre el terreno, que llevan años trabajando además los mismos temas tratados en las jornadas desde la perspectiva local, han sido postergados y avisados con tardanza en el mejor de los casos y con olvido y desdén en otros.
El gobierno local y la concejalía de cultura siguen defendiendo el éxito de las jornadas cuando la realidad es que languidecen y han entrado en la monotonía de la vejez organizativa. El éxito de un servicio público como este está claro que no puede medirse en términos cuantitativos de asistencia (¿sería la misma sin la entrega de Becas Cardenal Portocarrero?) sino en los efectos sobre la cultura local y el grado de implicación ciudadana. No hay innovación ni aire fresco. Hace años que la mayor parte de los datos que presentan los profesores invitados ya han sido dichos o publicados mayormente desde la investigación local. Tampoco hay participación, y la difusión es precaria y precipitada (¿Quién puede preparar una comunicación sabiéndolo con una semana de antelación si no quiere repetir lo que ya se sabe?) dando la impresión de una organización que no planifica e improvisa.
Todo los medios desplegados desde las instituciones son usados siempre por los mismos protagonistas: la foto de la inauguración sale cara para el erario público. La principal herramienta de difusión del conocimiento histórico local, que era la revista Ariadna, lleva más de diez años sin publicarse, que son los mismos años que llevan sin difundirse las intervenciones en las Jornadas Portocarrero. En el baúl hay grandes investigaciones que han comunicado hechos históricos de importancia, ya que en la revista se publicaban las conferencias y comunicaciones que se presentaban.
Sin embargo, la visibilización y publicación de los trabajos se ha dejado en un segundo plano, por lo cual no se nos ocurre qué interés puedan tener estas jornadas en el mundo investigador puesto que si la investigación no revierte en la sociedad y en la propia comunidad científica, carece de sentido. Tampoco se publicitan las jornadas entre estudiantes o profesores de historia, humanidades o arte de la comarca, ni se plantean como curso de formación. El resultado es que este año no ha habido NINGUNA comunicación. Lo cual no es extraño visto el mencionado retraso de diez años en publicarlas. Aunque, eso sí, nuestros gobernantes locales y adláteres las siguen calificando como “éxito”.
Nuestro pueblo ha tenido y tiene tradición de grandes historiadores locales. La mayoría han investigado y dedicado años de trabajo sin ninguna recompensa económica ni reconocimiento. Lo mismo ocurre con asociaciones o editoriales que, como Coleopar Ceparia, nunca han contado con el lugar y reconocimiento que se merecen. Desde hace tiempo, la administración local con sus medios, que nos representan a todos, ha optado por cerrar el círculo y no dar cabida a la participación de los palmeños en la planificación y gestión de este tipo de encuentros. Estamos hablando de historia, pero también de cómo se deberían de entender la democracia y la participación ciudadana en la gestión de unos recursos que son de todos.
ASOCIACIÓN CULTURAL MARÍA DE CAZALLA
ASOCIACIÓN SAXOFERREO, PARA LA DEFENSA DEL PATRIMONIO CULTURAL DE PALMA DEL RIO