1) Análisis del contexto actual
Cuando en el panorama político se apela al cambio ya intuimos que algo no va bien. Apelar al cambio no es algo nuevo, es decir, el malestar está presente desde hace mucho tiempo. Pero la verdad es que la ilusión del cambio no llega a materializarse, incluso cuando las siglas que gobiernan una u otra institución sí han cambiado.
La Junta de Andalucía, por ejemplo, ha estado gobernada por el PSOE 40 años (¡Cambio! ¡Cambio!) pero la verdad es que ni siquiera con la entrada de IU en el gobierno autonómico de 2012 hubo un verdadero cambio: La sanidad seguía retrocediendo, la educación seguía cerrando aulas, seguían los desahucios, se recortaba en arreglo de carreteras, etc. Tampoco cuando el «Podemos de derechas» (Ciudadanos) entró en el gobierno andaluz en 2015, sustituyendo a IU como muleta del PSOE, se vio un cambio significativo (al menos para bien). En 2018 llegó el PP a la presidencia de la Junta (¡Cambio! ¡Cambio!) de la mano de Vox y en coalición con Ciudadanos. Ahí el cambio fue que las mismas políticas de desmantelamiento de lo público que llevaba haciendo el PSOE desde hacía más de una década se aceleraron, sufriendo una pandemia en medio de este deterioro y que aún hoy sigue recortando en sanidad (y educación, y Fomento…). En 2022 el PP consiguió mayoría absoluta, y la verdad es que no se ha notado el cambio respecto a que no tengan que depender de Vox y Ciudadanos: La desecación de Doñana, cierre de aulas en colegios e institutos, despidos de personal sanitario, precarización del INFOCA y medios de prevención de incendios en una sequía que da miedo, proyectos de mejora de red de carreteras que caducan en los cajones (autovía del olivar, autovía de Jerez a Los Barrios, etc…) y el eslogan de todos sigue siendo el mismo: ¡Cambio!
Cuántas veces hemos oído eso de que en política «cambian algo para que no cambie nada». Y es que, aunque no seamos conscientes, llevamos mamando ese falso cambio desde que tenemos uso de razón. Tenemos tan naturalizado ese falso cambio que hasta nos reconforta: Cambiamos un mueble de nuestra casa con goteras y nos sentimos mejor. Cambiamos un coche viejo por otro menos viejo y nos sentimos mejor. Soñamos con comprarnos un chalé que nunca vamos a poder pagar, y esa ilusión del cambio en un futuro nos hace tener unas perspectivas, aunque sean falsas, y nos anima a seguir en una vida de la que tenemos un tremendo vacío al que ni siquiera nos atrevemos a mirar. Porque sí, ese vacío no sabemos cómo cambiarlo. Es ahí donde siempre se han alimentado los falsos dioses, las supersticiones.
2) En búsqueda de certezas
Necesitamos creer, tener certezas. Y la realidad que nos rodea sólo nos da inseguridades, precariedad. En la crisis económica de los años 70, en EEUU, crecieron las sectas religiosas de las que hemos oído hablar en películas, documentales o programas de ocultismo. También las teorías conspiranóicas sobre aliens. Y hoy están en auge los virales sobre chemtrails, vacunas o vete tú a saber qué ocurrencia. Teorías que se alimentan de prácticas que deberían ser sanas: Criticar, contrastar los estudios científicos, contrarrestar la influencia mediática de los poderes fácticos. Sin embargo ese cambio (de pensamiento, de percepción, de paradigma) queda totalmente anulado cuando nos vamos a lo fácil, a buscar una respuesta viral, rebuscada, poco fiable pero que de alguna manera nos reconforta; Una respuesta que casa con un pensamiento acrítico. Es decir: Estudios científicos de años se refutan con un tweet viral, con un vídeo descontextualizado.
En el fondo quiero creer que sabemos reconocer esa falsedad, y que sólo estamos esperando un verdadero cambio para desechar toda esa parafernalia. Mi verdadero miedo está en que ese cambio no lo estamos construyendo: No hay perspectiva de futuro. Y no hablo a largo plazo, sino a medio plazo: ¿Qué planificamos para empezar a actuar hoy y que con una constancia consigamos que de aquí a 1, 2, 5 años se note ese cambio? Nada. Y ese vacío da miedo.
3) La retórica del cambio
En medio de este panorama aterrizamos en una campaña electoral municipal donde el cambio es la retórica más usada por todos los partidos (excepto el PSOE, claro). Sin embargo detrás de esa retórica no hay indicios de que vayan a verse verdaderos cambios: Empezando por la izquierda, tanto andalucistas como Izquierda Unida le han facilitado la gobernabilidad al PSOE cada vez que ha hecho falta. Hemos visto a IU aprobar presupuestos anuales de 20 millones de euros porque les han aceptado un par de medidas de su programa que no suponen más de unos cientos o miles de euros en la práctica. Idem del «concejal no adscrito» andalucista, alejado de su anterior grupo municipal, y que ha votado a favor de más de un presupuesto municipal por medidas como mejorar el albero de la feria (algo que se iba a hacer igualmente aunque no lo pidieran) o un concurso de pesca. Esas migajas valen para aprobar un presupuesto de 20 millones de euros.
Sólo una vez estos grupos de izquierda se opusieron a aprobar los presupuestos que proponía el PSOE como equipo de gobierno, junto a la única oposición de izquierda, Cambiemos Palma. Quien sirvió de muleta al PSOE en esta ocasión fue el PP, y la verdad es que ese presupuesto no varió mucho de la dinámica que se viene teniendo en Palma desde que sigo la política municipal.
Una vez analizado esto, uno sospecha que la negociación de presupuestos no se hace por las medidas que se proponen, no tendría sentido. Así que me atrevo a pensar que hay otros acuerdos «bajo cuerda» que no se hacen públicos. Nadie en política se sorprendería ¿Verdad? Pues eso.
Incluso así, para que gobierne el PP se tendría que dar una circunstancia: Sacar más votos que el PSOE y que Vox consiga un concejal, algo que hace 4 años ni siquiera consiguió. En pleno auge de Vox, después de su inesperado resultado en las elecciones andaluzas de 2018, este partido se presentó en Palma y en todos los municipios de la comarca a las municipales de 2019: A pesar del buen resultado en las autonómicas, no consiguió sacar ni un sólo concejal en toda la comarca. Y es lógico: En las autonómicas votas a alguien que no conoces, pero si les oyes hablar de «la España que madruga» y luego les conoces más a fondo, que al fin y al cabo Palma es mu chica, pues… en fin, ya me entendéis. Pues si hace cuatro años no sacaron cabeza, ahora que el voto de la derecha se concentra en el PP (ya ni siquiera Ciudadanos se presenta, que sí consiguió sacar una concejala) ya me diréis el apoyo que podrán tener.
Sí hay un cambio significativo en estas elecciones: El cambio de chaqueta. Es llamativo ver a algunas personas que hasta hace tres telediarios defendían a capa y espada al PSOE, dar ahora publicidad o incluso ir en la lista electoral del PP. De algunas de estas personas cabe pensar que han visto que el barco se hunde y necesitan un bote salvavidas. Otra cuestión es pensar en su credibilidad política, aunque bajando a la realidad hay que ser conscientes de algo: Muchas de las personas que votan al PSOE en las municipales son de derechas, y una vez que el PSOE hace aguas, ese voto vuelve a su cauce. La retórica del cambio: De nuevo no cambiará nada.
4) El cambio, más allá de la retórica
Pero bueno, sí hay una nota discordante en todo lo dicho anteriormente: Cambiemos Palma. En estas elecciones se presenta por primera vez desde finales del siglo pasado un partido político municipal, independiente, cuyo marco de actuación es Palma del Río y no está sujeto al cambio de cromos y directrices provinciales, autonómicas o estatales. Cambiemos Palma no tiene que conformarse con que en Palma vaya peor para poder negociar algo mejor en otro pueblo, en la capital provincial o en otro tipo de pactos. Y a pesar de ser un partido de nueva creación, la dinámica política del núcleo que compone ese partido tiene una trayectoria, ocho años de trabajo municipal y experiencia que les avala. En 2015, al calor de las candidaturas municipalistas que impulsó Podemos, se presentó como agrupación electoral la marca Ahora Palma, con Ramón Jubera a la cabeza. En 2019 hubo una coalición entre Podemos, Izquierda Andalucista e Indepedientes que se llamó Cambiemos Palma, con Ramón Jubera de cabeza de lista y Valle Alfaro como número dos. Tras la expulsión de Izquierda Andalucista del grupo y la desaparición de Podemos, este grupo de independientes lideró la única oposición de izquierda al gobierno del PSOE.
Hay quien en Palma aún habla del «peligro de la extrema derecha». Pero el peligro en Palma tiene dos patas: La extrema derecha y el continuismo del PSOE. Las dos son perniciosas para nuestro pueblo, nuestra ciudad. Y si bien la extrema derecha sólo tendría la oportunidad de ser muleta del PP, es cierto que sin una alternativa de izquierda ese «falso cambio» sería una losa para nuestra ciudad. Es por eso que Cambiemos Palma representa un cambio a lo que desde hace décadas hemos conocido, por ser una verdadera oposición de izquierda al PSOE. La candidata de este partido, Valle Alfaro, lo ha dejado claro: No se conforman con el PSOE ni con el PP, Cambiemos Palma lleva su propio programa político y a él se atendrán. Creo que esta posibilidad merece una reflexión: Y aquí lo voy a dejar.
5) Epílogo
Como epílogo sí quiero manifestar una preocupación. Más allá del voto, de lo inmediato, mi preocupación sigue en la búsqueda de certezas que manifestaba anteriormente. Un verdadero cambio político requiere algo más que la voluntad de un grupo minoritario, y de una retórica. Los verdaderos avances sólo pueden ser posibles con la participación directa de sectores amplios de la ciudadanía. Y para ello son necesarios dos aspectos: Uno, usar la pedagogía. Otro, ampliar el marco de actuación política y dar una amplitud de participación, de responsabilidad, a una cuota más grande que el núcleo político, es decir: Que los políticos salgan de su zona de confort.
El fallo tradicional de la izquierda en el estado español, con núcleo en el PCE, ha sido su desconfianza en los movimientos sociales. Históricamente este partido intentó copar las direcciones de movimientos sociales y mantenerlos bajo su tutela, en un mal entendimiento de las prácticas leninistas. Esta pedagogía errónea ha sido copiada por toda la izquierda que ha crecido en su entorno: Primero izquierda unida, luego Podemos, ahora Sumar, y en definitiva en todos los partidos de la nueva política que siguen activos. Sería erróneo pensar que la manera de actuación de estos partidos es la correcta, o la única forma de hacer política. Mi experiencia política en Portugal, y el conocimiento adquirido en otros países, me han dejado meridianamente claro que el problema que tenemos aquí es la falta de referentes políticos (sobre todo ideológicos, pero también de puesta en práctica de los conocimientos) que nos permitan una forma diferente de hacer política. Esa falta de referentes es la que necesitamos ir rellenando desde lo municipal, en una pretendida ruptura democrática con las formas erróneas de hacer política que vienen dadas desde las cúpulas políticas de siempre. Por una parte, la más difícil, debemos hacerlo de manera autodidacta. Pero por otra parte, también con referentes que históricamente sí funcionan a nivel local y que nos dan la posibilidad de ir tejiendo redes. Proyectos como UPOA (Aguilar de la Frontera), Olivo (Fuente Carreteros), AMA (Morón de la Frontera), Alternativa Mijeña (Mijas) y otros muchos proyectos que sí llevan a cabo una transformación municipalista, desde abajo y junto a los que también podemos aportar.
Pensemos que la responsabilidad que tenemos con la Historia es aprender de nuestras experiencias y construir las bases para un futuro mejor. Ningún voto puede delegar esa responsabilidad, propia y a la vez colectiva, que tenemos con nuestro pasado para construir el futuro de la sociedad que formamos día a día.
Un artículo de Fran Ruiz