Entrada triunfal de Franco en A Coruña desde el Pazo de Meirás
Parte II. De la casa de Franco, al cielo.
El regalo del Pazo.
La reciente sentencia acerca de la devolución al Estado del Pazo de Meirás, así como la investigación llevada a cabo para avalarla, nos permiten conocer los entresijos de uno de tantos expolios llevados a cabo por los jerifaltes de la dictadura franquista: el regalo al dictador del Pazo de Meirás, un hecho en el que nuestro protagonista, Julio Muñoz, tendrá un papel esencial al constituirse en 1938 en impulsor de la Junta Pro Pazo del Caudillo, la “feliz iniciativa” que tenía como objetivo la adquisición y donación al recientemente proclamado “Jefe del Gobierno del Estado Español” de un inmueble en el entorno de A Coruñai. Se trataba de un movimiento cuyo objetivo era contar con la presencia de Franco cerca de la capital gallega en los meses de verano o, lo que es lo mismo, darse las élites de la ciudad la oportunidad de agasajar al dictador y tenerlo cerca para mejor hacer valer sus méritos ante “Su Excelencia”.
La iniciativa surge en la Comisión Permanente del Concello de A Coruña en marzo de 1938, con su recientemente nombrado alcalde, Fernando Álvarez de Sotomayor, al frente. Rápidamente, el Gobernador Civil, el palmeño Julio Muñoz, impulsa y preside la Junta Local de Iniciativas que anunció la elección del Pazo de Meirás para la donación. La ejecución del proyecto correría a cargo de otra junta, la Junta Pro-Pazo, dirigida por Pedro Barrié de la Maza (1988-1971), vicepresidente por entonces del Banco Pastor, una entidad que destacó en el apoyo y financiación de los golpistas. Igualmente el financiero Barrié destacó, ante todo, en ser amigo personal de Franco, dos cosas que, es de suponer, le avalarían en el resto de sus muchos papeles destacables, como ser Presidente de dicho banco, así como de la fundación de Fenosa. También fue el impulsor del primer holding de la historia de Galicia con Industrias Gallegas S.A. De hecho, la insistencia en que fuese Meirás el lugar elegido parece ser que tuvo también que ver con el hecho de que el Banco Pastor tuviese una hipoteca sobre la finca.
En 1938 se produce la donación y entrega del pazo al dictador, que toma posesión del inmueble en acto formal el 5 de diciembre de ese año. Dos documentos protagonizan la operación, el primero se refiere a la donación del pazo a Franco, encontrado recientemente por la Abogacía del Estado y fundamental en la sentencia contra la familia Martínez-Bordiú Franco; el segundo fue firmado por Barrié de la Maza en nombre del dictador y es un contrato de compraventa fraudulento, realizado en 1941, con el que se evitó que el inmueble fuese incluido en el Patrimonio Nacional para sí pasar a ser propiedad privada de Franco, y luego de su familia, por la módica cantidad de 85.000 pesetas. La cuestión, sin embargo, y es lo que ha demostrado documentalmente la Abogacía del Estado en 2020, era que anteriormente se habían pagado a la familia de la escritora Emilia Pardo Bazán (propietarios originarios del Pazo) 400.000 pesetas por el edificio, para donarlo tras una “recolecta” en la que no estuvieron ausentes amenazas, coacciones, expolios varios y patrullas de Falange para animar a los vecinos y donantes a ser generosos con el “invicto Generalísimo y Glorioso Caudillo”.
Por supuesto, el gobernador civil Julio Muñoz fue actor protagonista de la operación y, una vez culminada, se apresuró a enviar un telegrama al “cuñadísimo” Serrano-Suñer para comunicarle la buena nueva. También encabezó la representación que acudió a Burgos a ofrecer el pazo a Franco. En años sucesivos, los expolios y corruptelas continuaron, haciéndose el dictador con tierras y pazos aledaños y hasta con varias figuras del Pórtico de la Gloria, todo ello en una entramado de favores mutuos a cuenta de un erario público al que el dictador y sus “amigos” les costaba diferenciar de su propiedad personal y privada. No es de extrañar, si tenemos en cuenta que eran dueños y señores de un país arrasado por la guerra y las penurias y atemorizado por un terror muy bien administrado. En este contexto, el “Acepto gustoso y exclusivamente por ser un obsequio de mis amantes paisanos” debió dejar un amargo regusto en muchos vecinos, aunque otros se relamiesen proyectando futuros negocios y títulos.
Julio Muñoz llega a A Coruña el miércoles 23 de febrero de 1938, designado como Gobernador Civil por un Consejo de Ministros celebrado en Burgos el día 16 de ese mes. Cuatro días después dirige a la población su primera locución por Radio Coruña y, como dijimos que era de verbo fervoroso, su intervención se caracterizó por los arrebatos patrióticos. Tanto en esta intervención como en las palabras que salían de su pluma se desprende que Muñoz tenía prisa por hacer que Galicia, de su mano como Gobernador Civil, testimoniase “su admiración al Caudillo”, como él mismo escribe en el título del artículo que publica el 31 de marzo en La Voz de Galiciaii. La “brillante” idea del Pazo (que, según la sentencia, tuvo un tal Señor Caruncho y fue adoptada de inmediato por Muñoz) no era sino la forma que habría de tomar ese testimonio, a cuyo cumplimiento se dedicó de forma entusiasta el palmeño, eligiendo incluso al arquitecto Joaquín Vaquero Palacios para llevar a cabo las obras de restauración y decoración del edificioiii. Otra de las iniciativas que impulsó fue la suscripción popular para pagar tanto la compra como los gastos ocasionados por las obras, suscripción dirigida por otra comisión en la que se encontraban él mismo y los alcaldes de A Coruña, Santiago y Ferrol. A pesar de que dicha iniciativa “debía” ser un éxito, lo cierto es que resultó un fracaso y hubo que retirar parte de sus pagas a los funcionarios y acudir a las arcas de los municipios, de la Diputación Provincial y otras instituciones, amén de suscripciones populares forzosas entre los vecinos, de naturaleza similar a las practicadas durante la guerra. Finalmente, se recaudaron cerca de 1.200.000 pesetas (depositadas en el Banco Pastor, por supuesto) y Julio Muñoz obtuvo el reconocimiento de Franco con su promoción al empleo de alférez provisional de Infantería, la obtención de la Gran Cruz del Mérito Naval, la de Isabel la Católica y el cargo de jefe de la casa civil de Franco, que ocupó desde 1939 a 1946.
Así pues, la oportuna idea del regalo del Pazo de Meirás al dictador supuso el trampolín y golpe de efecto desde el cual Muñoz y su familia se situaron, más si cabe, en el entorno inmediato de Franco, hasta llegar al entronque con la propia familia del dictador.
La saga Oriol-Muñoz.
Julio Muñoz terminó sus días retirado en San Calixto como terciario carmelita, falleciendo en 1983. Había comprado el poblado y las fincas cercanas en 1940 y erigido un convento de esa orden (sobre los restos del antiguo Monasterio de San Basilio del Tardón) en el que se integró su hija Piedad y también profesó su nieta, Marina de Cristo, priora del convento en tres ocasionesiv. Otra hija, Magdalena, aunque con la misma fidelidad a los principios nacional-católicos de la familia, se casó con Ignacio María Oriol y Urquijo en 1949, con quien llegará a tener diez hijos. Ignacio era uno de los hijos de Jose María Oriol y Urigüen (1877-1972), empresario muy conocido que había sido diputado en Cortes por Comunión Tradicionalista, siendo entonces acusado por evasión de capitales (se localizó un tren con dinero camino de Hendaya), signo muy propio del patriotismo español. Arquitecto y fundador de Hidrola (futura Iberdrola tras la fusión con Iberduero), se casó con Catalina de Urquijo y Vitorica, hija del dueño de los bancos Urquijo y Vitoriav. En 1942 fue el promotor de la fundación de la empresa Talgo habiendo sido un apoyo decisivo en Navarra y Álava en la sublevación de 1936, financiando la misma y comprando armamento para los Requetés. Hay quien ha afirmado que llegó a ofrecer toda su fortuna personal al General Mola en 1936 para acabar con el gobierno democrático de la República, el cual le había retirado el título nobiliario (Marqués de Casa Oriol). Aupado por el Régimen, manifestó su adhesión a Franco y apoyó la expulsión de la dinastía Borbón-Palma, que había sido considerada la legítima por el carlismo.
Su hijo José María Oriol y Urquijo coincidió con Julio Muñoz en el Consejo Nacional de FET y de las JONS, habiendo sido Jefe Provincial del partido único en Vizcaya en 1937. Aquel será presidente de Hidroeléctrica Española desde 1941 a 1985, representando como pocos a la figura del empresario español que arrancó beneficiándose del apoyo familiar a la rebelión militar a través del disfrute de mano de obra esclava de los batallones de trabajadores represaliados, para convertir a la empresa familiar en una de las cinco más importantes de España, ascenso que permanece inalterable tras una Transición y una etapa democrática ante la que nunca han tenido que rendir cuentas.
Ya se ha indicado el papel acelerador de carreras que para muchos tuvo la guerra y la adhesión a la dictadura. Otros hermanos de Ignacio, como Antonio María Oriol, logro pasar de requeté a Ministro de Justicia entre 1965 y 1973, mientras que Lucas María Oriol siguió militando en el carlismo fiel a Sixto de Borbón y estuvo vinculado a los sucesos de Montejurra, que acabaron desterrando al carlismo de izquierdas. Un último dato: José María Oriol tuvo un papel determinante en el desembarco español de los Legionarios de Cristo con cuyo líder, Manuel Maciel, trabará una estrecha amistad. La cesión de fincas (como la del Coto en Majadahonda) llevará a la familia Oriol a formar parte de la trama urdida por esta organización religiosa de origen mexicano en el mundo de la educación privada en España, dirigiendo colegios de élite como el Everest o formando parte del consejo de la Universidad Francisco de Vitoria, que los legionarios fundaron con su apoyo.
Foto de familia del clan Oriol Muñoz, con Magdalena Muñoz y el abuelo, José Maria Oriol (Fuente: El País)
Familias como la Oriol Muñoz supieron renovar su tradicionalismo en términos neoconservadores, haciendo del nacionalcatolicismo el espíritu español del capitalismo, tal y como Ramiro de Maeztu había soñado. Así, el poder económico no es incompatible con el celestial. Nadie como la saga lo ha representado en España, pues 4 de los diez hijos de Ignacio y Magdalena (Ignacio, Alfonso, Santiago y Juan Pedro) serán sacerdotes integrados en la cúpula de los Legionarios de Cristo mientras que una hermana, Malén Oriol, tendrá un papel dirigente en la rama femenina de su dimensión laica, Regnum Christi. Combinando la vida en despachos en Roma con pisos compartidos con sacerdotes en avenidas importantes de Madrid, o en las fincas de pinos familiares, durante varias décadas, los Oriol Muñoz fueron el principal apoyo de Maciel aunque se lo retiraron, al menos públicamente dejando la orden, cuando en 2008 aparecieron los escándalos de pederastia, hijos con diferentes mujeres, abusos y drogas del sacerdote líder de la secta.
Así pues, seguir a esta saga es seguir la pista del capitalismo moderno, desde el latifundismo fruto de la desamortización y/o usurpación de bienes públicos del sigo XIX hasta la mercantilización de la salvación de las almas, pasando por el oscuro entramado financiero-empresarial nacido y amamantado por la dictadura franquista que llega hasta la actualidad.
Un artículo de Álvaro Castro Sánchez y Rosa Mª García Naranjo
iHablamos del informe histórico elaborado por Emilio Grandío Seoane y Manuel Pérez Lorenzo por encargo de la Junta Pro Devolución del Pazo de Meirás, así como de la sentencia 00137/2020 del Juzgado de Primera Instancia Nª 1 de A Coruña de 2 de septiembre de 2020.
iiPara una detallada visión de las acciones de la Junta Pro Pazo y de sus protagonistas, Francisco MARTÍN OSSORIO, “Alfonso Molina: el hombre de los Franco en A Coruña”, Anuario Brigantino, nº 39 (2016), pp. 155-172. En este artículo, el autor detalla los primeros días de Julio Muñoz en A Coruña.
iiiEste Sr. Caruncho que la sentencia recoge sería seguramente Enrique Caruncho Astray, artista, amigo del alcalde de A Coruña, Fernando Álvarez de Sotomayor y miembro también de la Junta Pro Pazo del Caudillo.
ivLa vida de esta ha sido relatada por A. ORTEGA SERRANO en la obra San Calixto, escuela de santidad, Litopress, 2013.
vCfr. A. MAESTRE, Franquismo S. A., Akal, Madrid, 2019, pp. 81-98.