Últimamente Amazon Prime Video nos está dando bastante alegrías a los cinéfilos porque incluye en su catálogo varias películas viejunas, varios clásicos del cine y otras no tan clásicos. Munición para los aficionados al cine que creemos que hay vida más allá de Marvel, el “monsterverse” y demás zarandajas.
En el apartado de obras no precisamente maestras de su catálogo, pero que sí merece la pena recuperar, se incluye este film que no tuvo mucho éxito en su día y tampoco fue lo que se dice un éxito de taquilla. No obstante, no carece de virtudes y entre sus defensores se incluye gente como Martin Scorsese (por si no lo saben, además de ser un gran director de cine además es un erudito en el tema), lo cual me animó a darle una oportunidad.
Para ser justos, comenzaré con las virtudes del film y luego con lo que no funciona. Dignas de mención son la actuación de Michael Caine, que ese año estaba en racha, pues también protagonizó mi película favorita de entre su extensa filmografía y un título de culto, “Get Carter” (me niego a llamarle “Asesino implacable”). Luego también hay que destacar a Omar Shariff, un actor que no brilló mucho a lo largo de su larga carrera, pero que aquí borda su papel.
El otro punto fuerte de la película es la banda sonora y es que la música de John Barry (https://youtu.be/JY_wQ_s__dw) realmente suple algunas carencias del film y realza sus puntos fuertes, es extremadamente romántica en algunas ocasiones y en otras, es realmente épica. De lo mejorcito que compuso este hombre y no olvidemos que cuenta con maravillas como “Memorias de África”, “Fuego en el cuerpo” o “Bailando con lobos”, por citar sólo algunas.
Otro punto fuerte es la fotografía, que realza los colores del paisaje de los Alpes, tanto los verdes en primavera, como los blancos en invierno. Como curiosidad, destacar también que fue filmada en ç
el sistema de gran formato cinematográfico Todd-AO de 70 mm, (https://www.xataka.com/cine-y-tv/magia-70-mm-que-hace-que-pelicula-grabada-este-formato-sea-especial-obsesione-a-directores).
Por último, no puedo dejar de mencionar que es una de las pocas películas ambientadas en el siglo XVII, que tal vez sea uno de los menos cinematográficos, ahora que lo pienso. Si bien ha habido un superávit de films ambientados en tiempos de la Antigua Roma o de la Edad Media (recreados de forma regulera la mayoría de las veces), esta etapa de guerras, revoluciones, hambrunas, epidemias y, para colmo de males, una mini-glaciación está subrepresentada en el cine.
En cuanto a los defectos de la cinta, pues el director, del que hablaré más adelante, tal vez peque de un exceso de ambición que le jugó en contra. James Clavell era en realidad escritor de best sellers, siendo su novela más conocida “Shogun”, que fue adaptada más tarde como una miniserie para televisión con Richard Chamberlain y el gran Toshiro Mifune. Clavell también participó en el guión de cintas como “La gran evasión” y rodó para televisión y algo de cine cuando conoció un relativo éxito de crítica y público con una película llamada “Rebelión en las aulas”, con Sidney Poitier, lo que le permitió embarcarse en este film que cuenta con mayor presupuesto. Será el montaje o será el guión, pero sentí que la película no acaba de encontrar su ritmo, a veces se hace muy lenta y a veces te deja con ganas de saber más de los personajes o de qué es lo que ha ocurrido. Otro punto en contra es que la batalla nocturna en Rhinefelden no luce tanto como debería, ¿tal vez por falta por presupuesto? Menos mal que la música de John Barry viene a echar un cable para transmitir epicidad. Esto es lo que hace que no estemos hablando de una obra maestra y que Clavell se apartara de la dirección de cine después del fracaso de “El último valle”.
No obstante, siendo justos, en 1971 esta película tuvo una competencia feroz, sólo hay que echar un vistazo a la cantidad de obras maestras que se rodaron ese año ( https://www.revistagq.com/noticias/galeria/mejores-peliculas-1971?image=5ffdb0900cf9edb91686fcc5) lo cual hace comprensible que pasara desapercibida. Y luego hay que destacar su valor, de atreverse a llevar a la gran pantalla una época desabrida y de retratar la psicología de los personajes conforme a los valores de su tiempo. Quiero decir que aquí los personajes piensan de acuerdo a su tiempo, hay conflictos religiosos, supersticiones, intolerancia, actúan de manera violenta… Y es que en el cine y en las series, especialmente en las actuales, te encuentras a personajes que vivían en la Edad Media y piensan como en el siglo XXI, guiándose por la razón y defendiendo valores como la tolerancia y la igualdad. Y, lo siento, pero no era así.
De todas formas, como cada obra es producto de su tiempo, el mensaje que transmite la película de rechazo a los desastres de la guerra no deja de recordar a la guerra de Vietnam, un conflicto en activo por aquel entonces. Sin embargo, la forma de pensar de la mayoría de los personajes casa con la época retratada, con las excepciones del dúo protagonista. Si bien el personaje de Michael Caine (“el Capitán”, nunca se le llama de otra manera) es un descreído porque ha vivido todos los horrores de la guerra y no cree ya en ideales ninguno, mientras que el personaje de Omar Shariff, Vogel (“pájaro” en alemán), es un antiguo profesor y tuvo acceso a la educación. Además también vivió los horrores de la guerra, pero como víctima. Un punto muy interesante es que a través de un diálogo conoceremos que los dos perdieron la fe en Dios y en el género humano, a raíz del Saqueo de Magdeburgo (https://es.wikipedia.org/wiki/Saqueo_de_Magdeburgo).
En definitiva, que si están hartos de series insulsas y de películas insustanciales, denle una oportunidad a esta interesante parábola, que empieza y termina como un sueño/pesadilla.
Un artículo de Juanje Sánchez