¿Genil o Guadalquivir? Así titula el geógrafo Juan Carandell Pericay (1893-1937) un artículo en la revista Madrid Científico de 1924. En él se refiere a que no está tan claro si el río principal de Andalucía es el Genil y el Guadalquivir sería su afluente, afirmando el autor que es precisamente en Palma del Río, donde ambos confluyen, donde esto es visible por varias razones: no sólo el caudal es casi equivalente, sino que “el Genil empuja no pocas veces las aguas del Guadalquivir, tendiendo a embalsarlas, al extremo de que durante el verano casi toda el agua que pasa por Peñaflor y demás pueblos ribereños de la campiña sevillana pertenece al Genil”1. Así pues, podría muy bien sustituirse el nombre de “Guadalquivir” por el de “Genil” en el tramo entre Palma del Río y Sanlúcar de Barrameda, resultando que se podría seguir llamando Genil al río que, desde Palma, continúa hasta el mar.
Así lo afirmaban los geógrafos y escritores árabes Al-Idrisi, el Príncipe Abu al-Fida, Ibn al-Jatib e Ibn Abd Rabbihi, siendo estos dos últimos quienes llamaron al río principal “Genil” sin ningún género de duda, a decir del arabista Reinhart Dozy (1820-1883). Opinión que compartía también su colega español Eduardo Saavedra (1829-1912).
Pasa después Carandell a exponer argumentos en favor de esta tesis. El Guadalquivir no ganaría en longitud al Genil ni en lo que a la altura de su nacimiento se refiere (ya que la Sierra de Cazorla es incomparable en altura con Sierra Nevada); aunque sí resultaría victorioso si se tiene en cuenta el caudal (en el tiempo en que Carandell escribe el artículo, puesto que en los tiempos de los mencionados geógrafos árabes era parecido). No queda ahí la cosa, y Carandell compara en su artículo el caso del Guadalquivir-Genil con el de los ríos franceses Ródano y Saona (este último afluente del primero). Tienen unidades tectónicas y cuencas similares, y el Ródano, que es el río principal, equivaldría al Genil y no al Guadalquivir, quedando este como afluente, al igual que el Saona. Si se calcan la cuenca del Ródano y la del Guadalquivir y se superponen resulta que casan los sistemas montañosos, las depresiones, mesetas… y Lyon con Palma del Río. El Ródano quedaría calcado sobre el Genil y Ródano sigue siendo para los franceses el tramo que va de Lyon al mar.
Finalmente, acaba su artículo nuestro geógrafo, no sin cierta ironía, llamando al orden que la tradición proporciona: “y no se nos ocurra encizañar con nuevos nombres las rutas que a Sevilla, Amberes y Atenas andaluza a un tiempo, canalizan las auras del saber y los frutos del progreso”.
Si alguien está interesado en ahondar en esta figura, los geógrafos cordobeses Antonio López Ontiveros, Julián García y José Naranjo son autores de varias obras al respecto ya que, en su día, se ocuparon de rescatar la figura y obra de Carandell con la valiosa ayuda de su hija y del archivo familiar 2. En ellas puede encontrarse una pormenorizada relación de sus trabajos, entre los cuales son particularmente interesantes los artículos que escribía como viajero y excursionista entusiasta, como simple observador y divulgador de lo que le rodeaba. Yo, particularmente, tengo que agradecerle su descubrimiento a mi marido, que gusta de curiosear en los archivos digitalizados de la Biblioteca Nacional.
Este artículo de Carandell me pareció muy sugerente por varias y variadas razones. Lo primero que pensé es que no es necesario acudir a mentiras o supercherías (como que el Gran Capitán se casó en el palacio de Palma o que los franciscanos palmeños llevaron las naranjas a California) para dar singularidad a esta u otras ciudades. Basta con mirar (o con investigar) lo que hay siendo conscientes siempre de que el investigador está inserto en un “proyecto social” (como decía Josep Fontana) que delimita y condiciona su análisis. También pensé en lo excitante que es poner en duda lo que siempre han sido certezas, trayendo hasta el presente lo que está en el pasado. He aquí que en este artículo de Carandell se pone en cuestión, una vez más, que lo que es así, así es. Una vez más. ¿Y si trajésemos hasta el presente la ciudad musulmana perdida de Palma o la Celti romana? ¿o el poblamiento calcolítico destruido en La Verduga? ¿o la forma de vida y trabajo en torno a la industria romana del aceite con el yacimiento de El Mohino? ¿o la memoria de los asesinados, represaliados y esclavos en la Guerra Civil y la Dictadura? ¿o la de los judeo-conversos? ¿Cuánto no cambiarían nuestras certezas? ¿Cuánto no cambiaría la respuesta a la pregunta de quiénes somos como comunidad? Sin mentiras. Sin supercherías. Aunque igual no estamos dispuestos a pagar el precio de encizañar la imagen falsa que la Historia Oficial ensalza.
Rosa María García Naranjo – Peñaflor- Julio de 2019
- Juan CARANDELL, “¿Genil o Guadalquivir?”, Madrid Científico, 1924, Nº 1.120, pág. 246.
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Antonio LÓPEZ ONTIVEROS, “La geografía de la provincia de Córdoba según Juan Carandell Pericay”, Boletín de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, Nº 142, págs. 35-116; Julián GARCÍA GARCÍA, Antonio LÓPEZ ONTIVEROS y José NARANJO RAMÍREZ, Vida y obra del geólogo y geógrafo Juan Manuel Carandell Pericay (1893-1937), Córdoba, 2008.